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Nunca es un buen momento para una huelga de médicos pero, si no hacemos nada, siempre será un buen momento para recortar nuestros derechos

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Publicado el 23/10/2020
Texto elaborado por nuestra delegada en el área 5 de salud, Beatriz Barberá

Nunca es buen momento para una huelga de médicos.
Eso es lo que nos dijimos cuando nos congelaron el sueldo y nos quitaron pagas extra. Y es cierto que siempre habrá personas con sospechas diagnósticas de cáncer a los que estudiar. Y niños, como mis propios hijos, a los que seguir en sus programas de salud. Todos los días habrá urgencias, más o menos urgentes que atender. Y no podemos parar.
También dijimos que no podíamos parar cuando en lugar de dotar de medios humanos y materiales a los centros de salud, nos recortaron los presupuestos y pasamos a tener que atender a los pacientes en cinco minutos; o cuando la burocracia y la tecnología invadieron la consulta y, en lugar de facilitarnos la tarea, nos quitaron tiempo para poder escuchar a doña Juana, nuestra paciente que no confía en su aparato de tensión y necesita que seamos nosotros quienes le digamos que todo está bien.
Tampoco era buen momento para una huelga de médicos cuando dejaron de sustituirnos las bajas médicas, las excedencias, las vacaciones…..porque no vamos a dejar de ver a nuestros pacientes ¿no? Y así robamos tiempo a nuestro derecho al descanso, accedimos a rebasar la jornada laboral recomendable, nos sobrecargamos de trabajo física y mentalmente… y dijimos que no era un buen momento.
Y, aunque en otras profesiones, las OPE son bianuales y se resuelven en periodos de tiempo aceptables, nosotros permitimos que nos torearan. Aceptamos trabajar en contratos precarios, sin estabilidad y que nos impedían el acceso a la Carrera Profesional, puestos de responsabilidad u otros derechos -que de tener oposiciones frecuentes podríamos conseguir al obtener la plaza-. Pero pensamos que no era el momento porque María puede venir en cualquier momento a parir y hay que atenderla; porque Pedro se ha roto la cadera y hay que operarlo; y porque en el entrenamiento de hoy, Carlos se ha hecho un esguince de tobillo.
Los brotes psicóticos que pueden sufrir Pablo y Amaya no entienden de condiciones laborales. Ni tampoco los infartos, ni los derrames cerebrales, como el que ha sufrido Paco esta mañana. Los servicios de Urgencias Extrahospitalarias no pueden dejar de atender llamadas porque la población nos necesita. La gente necesita a sus médicos. Es cierto y con ese argumento nos convencimos de que no merecía la pena manifestarse cuando nos dijeron que la mitad o más de nuestra vida laboral -que está compuesta por guardias de 24 horas- no cotizarían a la Seguridad Social ni se tendrían en cuenta para calcular nuestra pensión. Sin embargo, se ha demostrado que esas guardias nos restan calidad de vida y tiempo de vida. 
Pero, ¿sabéis qué? Doña Juana siempre vendrá a que le demos seguridad; Carlos, con su esguince de tobillo; siempre tendremos en consulta pacientes con problemas metabólicos a los que vigilar, que nos esperarán con más o menos gusto porque tenemos que controlar su enfermedad. María podrá dar a luz a su hijo porque las Urgencias no se dejarán de atender y un pediatra atenderá a los niños que acudan con fiebres altas, catarros, bronquiolitis o cualquier otra patología típica del otoño. Lo que nunca volveremos a tener será una oportunidad de levantarnos a defender nuestros derechos: los que ya dimos por perdidos y los que nos quieren quitar con el nuevo Real Decreto 29/2020.
Somos trabajadores y, como tales, tenemos nuestros derechos. No somos peones de ajedrez a los que puedan mover a cualquier punto de España a su antojo. Tardamos seis años en estudiar nuestra carrera. Superamos un examen MIR al que ningún otro profesional se enfrenta. Y, después de eso, pasamos cuatro o cinco duros años de dura residencia donde somos mano de obra barata que, a la vez que trabaja, tiene que estudiar para formarse. Cuando terminamos ese recorrido, aún tenemos que estudiar a diario para permanecer actualizados. Cuando por fin convocan oposiciones, debemos prepararnos para ellas sin dejar de trabajar y de dar lo mejor de nosotros. Con suerte, después de quince o veinte años, eres afortunado si tienes una plaza en propiedad. Y, después de todo ese esfuerzo, entrega y sufrimiento, ¿vamos a permitir que, a pesar de los múltiples avisos de los últimos años, seamos nosotros los que paguemos el pato, perdiendo más derechos? No, digamos “¡BASTA!”.
Si seguimos creyendo que no es momento de hacer una huelga nacional de médicos, hagámosla por lo que más nos importa: nuestros pacientes, nuestra Sanidad. No permitamos que médicos sin formación específica pueda tratar complicaciones que no han visto nunca. No dejemos que María tenga que parir con un médico generalista, sin ninguna experiencia clínica y que, con suerte, habrá visto uno o dos partos en su vida. Peleemos para que a Pedro lo opere un traumatólogo que durante cinco años ha estado dedicado en cuerpo y alma a esa especialidad y así pueda acreditarlo, que no lo opere alguien de quien desconocemos su formación, requisitos y aptitudes. 
Plantémonos por nuestra dignidad como médicos: queremos trabajar, atender a nuestros pacientes en condiciones, con tiempo para escucharles, para explorarles… Con recursos para poder ser certeros con nuestros diagnósticos y tratamientos. Queremos que se reconozca nuestra entrega y que no se pisoteen nuestro derechos laborales: derecho al descanso, derecho a prestación por enfermedad, a paternidad… sin que suponga un sobreesfuerzo para los compañeros. Queremos tener una remuneración acorde a nuestra responsabilidad, que es mucha. Queremos tener una estabilidad laboral que nos deje tiempo para formarnos como médicos, no para pensar dónde voy a trabajar la semana que viene, dónde viviré, cómo conciliaré. Queremos sentir el afecto y el respeto de la sociedad, por la que hemos demostrado que nos dejamos la piel y nos exponemos cada día. Queremos que, ante situaciones como la vivida en este año, las autoridades cuenten con nosotros para aportar soluciones. Quien no conoce una profesión, difícilmente podrá solucionar sus problemas. Queremos que nos dejen trabajar.
Siempre tendremos pacientes a los que atender, pero al paso que vamos tendremos muy pocos derechos que defender porque nos los habrán quitado todos.
Lo sé, soy consciente de que nunca es buen momento para una huelga de médicos pero visto está que, si no hacemos nada, siempre será un buen momento para recortarnos derechos.

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