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OPINIÓN CESM >> El duro verano del 23

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Publicado el 10/07/2023
 Artículo elaborado por María José Campillo Palomera, presidenta del Sindicato Médico de la Región de Murcia CESM, y publicado en prensa regional

Publicado en el diario La Opinión de Murcia el sábado 8 de julio de 2023
 
Hace unos días, los medios de comunicación publicaban la noticia de que “la Sanidad regional se reforzará con 5.600 trabajadores este verano”, de los que 4120 son personal sanitario, y de ellos, 220 son facultativos especialistas. Si ya de por sí esta cifra de médicos, comparada con el total o con el de otras categorías, es bastante pequeña, la realidad es que coincide casi al 100 por 100 con los médicos residentes que han terminado en mayo de este año y que –mayoritariamente- han ocupado vacantes que estaban desiertas, salvo excepciones, que han firmado acúmulos de tareas de 9 meses, ya que todos ellos son necesarios para mantener la estructura sanitaria de la Región de Murcia.
Hay quien podría decir que los médicos somos muy afortunados, pues tenemos el trabajo asegurado, y nada más acabar la residencia, muchos han conseguido tener un contrato indefinido. Y es cierto, que, desde ese punto de vista, el médico es muy afortunado, pero hay más puntos de vista que tenemos que contemplar y que debemos conocer para hacernos una idea exacta de cuál es la situación de nuestro colectivo.
Llegar a ser médico no es una tarea sencilla. Supone obtener un 12,5, un 13, o incluso un 14 de puntuación en las pruebas de acceso a la Universidad para que, junto con la nota media de un bachiller excelente, se te abran las puertas de la facultad de Medicina. Con esta exigencia inicial, son muchos los estudiantes que desean ser médicos pero que no pueden acceder a los estudios de Medicina. Con 6 años de una dura carrera, que es la carrera más larga de todas, el Grado implica obtener 360 créditos ETCS, frente a los 240 créditos ECTS de la mayoría de las carreras del mismo nivel. 
Al acabar esta formación académica, el médico se encuentra con un título con el que no puede ejercer en la Sanidad pública, dado que no es un médico especialista. Por ello, deberá acceder y cursar una especialización. Tendrá que pasar un año entero preparándose el examen MIR. Si tiene suerte, conseguirá una plaza y si no, tendrá que volver a preparar y pasar por este examen de acceso a la Formación Sanitaria Especializada.
Ser R1 es el sueño de cualquier estudiante de Medicina y también la pesadilla de cualquier estudiante de Medicina. Ser residente significa conocer la responsabilidad de tener la vida de los demás en tus manos; la impotencia y la frustración –en ocasiones- de no poder hacer nada por ellos excepto acompañarlos y consolarlos. Significa vivir una guardia de 24 horas luchando contra el cansancio y el agotamiento; de no querer mirar el reloj porque las horas pasan muy lentas; del miedo a equivocarte cuando el cansancio va haciendo mella en ti. Esos primeros años de ejercicio son muy duros: te enfrentas al primer paciente conflictivo, al primer paciente fallecido, a la responsabilidad que te pesa en los hombros y para cuyo peso nadie te ha preparado; a asumir que la vida de otras personas depende de tus conocimientos, etc. Y así, tras 6 años de carrera, mas 1 de preparación del MIR, mas 4 ó 5 de especialidad, te terminas convirtiendo en un especialista que puede ejercer en el sistema público de este país. Es, sin duda, la carrera de obstáculos más larga y exigente porque es la vida de los demás la que dependerá de tu preparación y de tu formación.
Al acabar el periodo formativo llega la incertidumbre de no saber si te llamarán para darte trabajo y de tener que estar opositando hasta conseguir la estabilidad laboral, lo cual requiere años.
Mas este no es el único problema al que se tiene que enfrentar el médico. El déficit de facultativos está sobrecargando a estos profesionales hasta límites insostenibles. La falta de efectivos obliga a que los médicos tengan que asumir las ausencias de sus compañeros por enfermedad, por vacaciones, etc. mientras que el resto de categorías son sustituidas en mayor o menor medida. Esto da lugar a que la tasa de médicos que cursan baja por enfermedad sea muy inferior a la tasa de trabajadores de cualquier otra categoría profesional que trabaje en la Administración pública o incluso en la mayoría de las empresas privadas. Sabemos que nuestra ausencia será cubierta por los compañeros en activo.
Y el verano es cada año un poco más duro. En la Atención Primaria, los pacientes de los médicos de vacaciones o de Incapacidad Temporal se reparten durante todo el año, alcanzando su culmen en verano. En los hospitales, la atención de los pacientes del médico ausente es asumida por el resto de médicos del servicio y, sobre todo, se tienen que asumir sus guardias, esas que te hacen estar 24 horas fuera de casa. 
Y es que con los médicos pasa algo curioso: mientras que el resto de los trabajadores tiene una jornada estipulada, el médico tiene una jornada ordinaria y otra complementaria, que son las guardias, y otra para necesidades del servicio. Se supone que las directivas europeas determinan que la jornada máxima de un trabajador asciende a 48 horas semanales en cómputo semestral. Ahora, calculen la jornada de un médico con 3 compañeros de vacaciones y que tiene que hacer 8 ó más guardias ese mes, además de la jornada ordinaria. También podemos calcular la jornada de un médico de un servicio, que, durante un año por circunstancias distintas, a veces porque el servicio no está dotado adecuadamente, está trabajando 6 guardias al mes.
Es verdad que las guardias se retribuyen, pero suponen trabajar en festivo y de noche a menor precio que la hora ordinaria. Y resulta escandaloso que sea trabajo que no se tiene en cuenta de cara a la jubilación. Las guardias son obligatorias para el médico, no son voluntarias, no se eligen, y los médicos es una categoría profesional que no trabaja a turnos porque resulta más barato para la Administración que su trabajo se supla con guardias de 24 horas.
Si los médicos trabajásemos a turnos, la plantilla debería ser 3 veces superior a la actual.
 
En muchos países europeos, la guardia de 24 horas no existe, sino que la jornada del médico es más razonable y su salario mayor, ya que no depende del número de guardias que haga como ocurre en España. 
Este verano, todas esas guardias tendrán que ser asumidas por los médicos que tenemos, ya que no son reforzados ni sustituidos. En servicios como las Urgencias Hospitalarias o las Urgencias Extrahospitalarias y las Urgencias Pediátricas, los veranos son muy duros y el número de guardias que hace cada facultativo se dispara.
Es evidente que hay que abordar de forma urgente la escasez de médicos, déficit que se estuvo preavisando y avisando durante años sin que nadie tomara medidas. Déficit que va a empeorar bastante en los próximos años.
El primer paso para solucionarlo es la planificación del número de especialistas necesarios. Somos el segundo país del mundo en número de facultades de Medicina, pero no todos los que acaban la carrera consiguen una plaza MIR porque se ofertan la mitad de plazas que el número de aspirantes. Aumentar las plazas MIR implica aumentar la dotación de tutores de residentes y mejorar sus condiciones laborales. 
El Ministerio de Sanidad es competente de la planificación de facultativos necesarios, en cogobernanza con las 17 comunidades autónomas, y para ello el Ministerio tiene que recuperar el liderazgo de la Sanidad.
 
Mas no solo basta con planificar, tenemos que mejorar las condiciones laborales del médico para que estas sean atractivas; abordar una reforma de la Atención Primaria que incluya una plantilla de médicos sobredimensionada que permita cubrir incidencias. Tenemos que abordar una jornada racional sin guardias de 24 horas, sobre todo en los servicios con mayor demanda asistencial, por el bien de los profesionales y, sobre todo, de los pacientes. Tenemos que abordar unas retribuciones que no dependan del número de guardias realizadas y que estas computen de cara a la jubilación como tiempo trabajado. Tenemos que abordar que las agresiones a sanitarios tengan sentencias ejemplarizantes. Tenemos que abordar muchas cosas, tantas que supongan un antes y un después, y para poder abordarlas necesitamos un Pacto por la Sanidad.

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