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OPINIÓN CESM >> Las agresiones en la Sanidad

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Publicado el 13/03/2023
 Artículo elaborado por nuestra presidenta, María José Campillo Palomera, con motivo del Día Europeo contra las Agresiones en el Ámbito Sanitario, y publicado en prensa nacional digital especializada en Sanidad

Publicado en Redacción Médica el 12 de marzo de 2023
Hay una jornada al año dedicado a recordar la lacra que suponen las agresiones contra el personal sanitario. Ese día rememora el triste recuerdo de un suceso luctuoso: el asesinato de la Dra. María Eugenia Moreno, residente de Medicina Familiar y Comunitaria en el centro de salud de Moratalla, que estaba de guardia cuando un paciente de avanzada edad entró en el centro con una pistola y la asesinó disparándole a bocajarro. Era el año 2009. María Eugenia tenía 34 años y un hijo de 2.
Antes del asesinato de María Eugenia, las agresiones contra los sanitarios estaban a la orden del día y, al igual que en la actualidad, se habían normalizado y parecían ser el precio a pagar por trabajar en Sanidad. Era previsible y cuestión de tiempo que ocurriese un suceso de gravedad, ya que no disponíamos de medidas de prevención de ningún tipo que pudieran impedir la violencia en las consultas.
Aquel terrible suceso marcó, sin embargo, un antes y un después en esta problemática y las medidas para evitarla empezaron a aparecer con mayor o menor éxito. 
Desde el asesinato de María Eugenia, cada mes de marzo se conmemora el Día Europeo contra las Agresiones en el Ámbito Sanitario.
Han pasado 14 años desde el momento en el que un paciente decidió acabar con la vida de esta joven doctora y la situación no ha mejorado.
La violencia contra los sanitarios parece dejar indiferente a los políticos y a la sociedad, que se limitan a denunciar cada caso sin que nadie aborde el problema en su conjunto o desde la raíz. 
Hay muchas causas, detrás de esta violencia, puesto que su origen es multifactorial, sin que absolutamente ninguna pueda justificar su existencia.
Una parte de la sociedad ha hecho de la violencia su forma de vida y se relacionan con su entorno por medio del miedo y la coacción cuando tienen que ser atendidos en un centro público. Los pacientes y los familiares de los mismos interactúan con insultos, amenazadas y golpes para conseguir una mejor y más rápida atención, cuando todo lo que hacen supone entorpecer e impedir el trabajo de los sanitarios.
La mala gestión del sistema, las listas de espera interminables, incluso en Atención Primaria, y las altas expectativas en salud que los políticos han vendido a los pacientes (sin facilitar los recursos para hacerlas realidad) han hecho que sea más fácil culpar al médico de las deficiencias del sistema que exigir a las administraciones la financiación necesaria para la Sanidad.
Además, vivimos en una sociedad que ha olvidado que la muerte forma parte de nuestro ciclo vital y que tiene el pensamiento de que la Medicina lo puede curar todo cuando no es así. Cualquier resultado adverso o cualquier complicación de salud es algo natural y tenemos que aceptar que seguimos siendo mortales. Los médicos estamos ahí para ayudar y hacer todo lo posible, pero no siempre es suficiente.
Vivimos en la sociedad de la inmediatez, que nos ha enseñado a preocuparnos solo de nosotros mismos, con egoísmo, por lo que muchos pacientes acuden a la Sanidad esperando ser atendidos en primer lugar, por delante de los demás, porque su dolor o enfermedad es lo único que importa. Este tipo de pacientes suele reaccionar con violencia ante las demoras en la asistencia.
Hay otro tipo de violencia contra los sanitarios, ocasionada por temas ideológicos o políticos: agredir a un sanitario que no habla, por ejemplo, una lengua cooficial; negarse a abandonar un centro sanitario por exigir un servicio que el centro no ofrece, etc.
Otras situaciones frecuentes se producen cuando el paciente está bajo los efectos del alcohol, las drogas o un problema psiquiátrico no debidamente tratado. El sanitario, en muchos casos, tiene que enfrentarse solo a este perfil de paciente. Mención aparte la labor desarrollada por los compañeros en vía pública o domicilios de pacientes, es decir, entornos no controlados que esconden peligros para los sanitarios en situaciones difíciles, conflictivas y sin ninguna protección.
Las causas, que no justificaciones, son variadas y podríamos seguir enumerándolas; pero lo cierto es que no se toman medidas para que desciendan las agresiones a sanitarios. No hay políticos que asuman que la mala gestión y la anemia financiera que padece la Sanidad está detrás de las listas de espera y las demoras en Atención Primaria. Nadie es capaz de recordar a la población que no solo tiene derechos, sino también derechos y que cuando no se cumplen las expectativas, la solución no puede ser arremeter contra la persona que tiene enfrente. Tampoco se diseñan campañas para denunciar que existe este grave problema y que es diario; no se fomenta el respeto hacia el personal sanitario y no se enseña educación sanitaria en las escuelas. No se reforma el Código Penal para que las penas a los agresores sean ejemplarizantes y disuasorias. Y un largo etc. 
Lo cierto es que esta lacra solo se erradicará entre todos, trabajando juntos: Administración, Justicia, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, docentes, pacientes y personal sanitario, remando en una misma dirección.
Desde la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos CESM seguiremos exigiendo medidas efectivas para que las agresiones en el ámbito sanitario desciendan hasta su desaparición.

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